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LA CARRASCALA, al rico helado

Otra figura de nuestra infancia veraniega era la Carrascala, mujer del polifacético Perón, peluquero, árbitro del Huracán y acomodador del cine.  La Carrascala, helado y verano son un trío inseparable. Como la llegada de los gaviones  anunciaba la primavera, el remolque de la Carrascala anunciaba el verano, con lo cual las pagas tenían que estirarse, había que cambiar el regaliz y el chicle por el cucurucho, que rima con piricucho. ¡Qué fresco y qué rico era el helado de limón y qué dulce y sabroso el de mantecao !.

 Igual que cuando llegó la copeleche se acabó la leche de vaca, cuando llegaron el helado de corte y los polos de hielo se acabó la Carrascala. Aumentó la variedad pero no la calidad. Intentaremos buscar una foto de nuestra heladera preferida. No hay que olvidarla.

 

El escrito que viene a continuación apareció en COMEDIAS Y VARIETÉS IV  incluido en el título PERSONAJES HISTÓRICOS Y AMBULANTES

 

 

LA CARRASCALA. Carrascala es sinónimo de helado, el helao de la Carrascala y por tanto de verano. Se ponía en la esquina al lado de Las Malvinas enfrente al bar de Arturo. Llevaba un remolque con dos garrafas de helado: una de limón y otra de mantecao. Las garrafas tenían un “doble casco” de paredes como de corcho que las rellenaba de hielo. El “casco” interior se movía, flotaba. Le podíamos pedir helao de limón en casca o en cucurucho. La casca era la cáscara del limón, manifestación patente de que era auténtico. El mantecao en los cucuruchos. Lo colocaba con una pala y le iba dando forma como si fuese un albañil enyesando. Era el momento de pedirle que apretase pa bajo y nos lo hiciera con copete. Nos sabía gloria  y seguro que ahora también sabríamos apreciarlo