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VIAJE A MENDAVIA (ALLO – MENDAVIA – ALLO)          

Control  (viaje a Mendavia)

 

Hace tiempo que Cholín tenía la idea de que el ir andando a Mendavia no tenía que resultar muy difícil, ni cansado.

En los bares ya había hablado  varias veces del tema con sus amigos, recordando, cuando venían los parientes de Mendavia con las Galeras cargadas de cebollas para venderlas en Allo y se llevaban cebada, trigo o aceite.

Yo le tomé la palabra y quedamos en que teníamos que hacer “el viaje” algún día.

La dificultad de dicha excursión estaba, en que desconocíamos el camino por el que teníamos que ir. Nos hacíamos el planteamiento de que si antiguamente había comercio entre los dos pueblos ¿por qué nosotros no podíamos recorrer el mismo camino?.

En la Cabaña de Cholín fuimos preparando la ruta a seguir. Primero miramos el mapa de Navarra, que tiene pinchado en la pared, y comentábamos por donde podríamos ir. Medimos la distancia y tomamos de referencia una Ermita y algún otro detalle. Después, por sus paredes-ventanales, mirábamos el horizonte en dirección Oeste y comentábamos por donde podíamos subir la Cadena de Sesma. Nos decidimos por tomar un punto de referencia, “bastante a la derecha de donde pasa la carretera, donde hace una vaguada y ya el monte definitivamente, se convierte en sierra”; de esta forma, no nos despistaremos una vez puestos en marcha.

Por fin llego la hora de la pequeña aventura.        Nos vamos a ir el domingo de Pascua 11 de Abril (1.993).

Preparamos: la brújula, el podómetro, que nos dejó mi pariente Ramón Murugarren de Estella (lo tuvimos que regular por la carretera de Lerín haciendo cuatro kilómetros de marcha), la libreta con el lápiz, el menú (sota, caballo y rey), vino, fruta, unos bollos y el pan, que compramos en la Juana Mari el domingo al salir.

SALIDA - 8:10 H. DE LA PLACETA.

Vamos hacia la Bodega en busca de la carretera de SesmaEsta vez llevamos compañía: nos acompaña “Txuri”, el perro de Cholín.

Como este tramo del camino ya nos es familiar, por la excursión de la “RUTA TURÍSTICA POR LA MUGA DE ALLO” aprovechamos para hacer comprobaciones del podómetro, y vemos que lo llevamos bien graduado.

En el kilómetro cinco (5) dejamos la carretera y cogemos un camino de cascajo a la derecha, justo en el puente y la curva, son las nueve y quince (9:15).

Un poco más adelante Cholín hace fuego con unos cardos para calentarse las manos, le han operado de falta de riego y se le quedan heladas. Nos comemos un bollo con un trago de vino, el Txuri también participa del desayuno. La parada es muy corta.

Reanudamos la marcha y sale un camino a la derecha, seguimos adelante sin cogerlo. Un poco más adelante dejamos el que vamos y cogemos a la derecha.

Dejamos un camino malo (por que nos parece que no nos lleva por donde tenemos previsto subir la Peña) y en la señal de caza amarilla “reserva de caza” vamos “campo a través” por una cebada en busca del camino que vemos enfrente.

Dejamos un corral hundido a la izquierda y vemos dos al frente. Saltamos una acequia que hace cruce con otra. Llevamos siete con cuatro kilómetros (7’4). Salimos al camino de tierra como  el  que hemos  dejado hace poco; ocho  con diecinueve kilómetros (8’19).

Cogemos el camino de cascajo bueno, al juntarse hay una Balsa seca. Este punto viene a ser el tomado de referencia desde la Cabaña de Cholín  para pasar la Peña de Sesma.

Dejamos un corral a la izquierda y a partir de aquí, ya no conocemos ninguna referencia visual.

Nos llama la atención un cruce de caminos que está, marcado con una  señal de tráfico,  y señala a la derecha: “Camino carboneros”, izquierda:”Carretera  comarcal Acedo - Sesma 4” (lo del 4 no sabemos de que va, luego descubrimos que eran Km.).

Cogemos el de la izquierda: Acedo - Sesma. Arriba de la loma cuatro corrales hundidos, que se quedan a la derecha. Un poco más adelante una llanada grande “término de Larrá o Larraz” (así creo que se dice en Allo), donde se ve la Ermita de Santa Cecilia (es la que viene marcada en el mapa), un poco aparte del camino y el Caserío de Constante. Mirando un poco más hacia la derecha y al fondo queda Los Arcos (que por cierto se ve muy bien); un poco más aquí y a la izquierda, está el Caserío de Almuza (es una casa blanca).

Cholín me comenta, que esto lo conoció él cuando era chico, que debió de estar aquí alguna vez con su padre en el Caserío de Constante.

Nos encontramos con uno que se montaba en un 4-L y le hacemos señas para que pare, Cholín le conocía de andar por Estella. Le comentamos nuestra marcha y le pedimos referencias, pero el hombre estaba como nosotros.

Hablamos un poco con él y nos comentó que un corral grande tipo caserío, hundido, se llamaba la Cerrería, que era donde recogían las manadas de caballerías que pastaban por allí. Llevamos nueve kilómetros (9) y son las diez y cuarto (10:15) horas.

Nueve con ochenta y cuatro kilómetros (9’84), a la derecha, el camino de los Caseríos y de la Ermita. Hay  una nave nueva y tiene pinta de granja o corral de ovejas. En esta“carretera” por la que vamos hay mojones kilométricos de señalización.

Pasamos un portillo coronando la loma. Vemos Sesma a la izquierda y la carretera que va a Lodosa.

Llegamos a la carretera comarcal “Sesma - Los Arcos”. Once con ocho kilómetros (11’8) y once (11:00) horas.

Cruzamos la carretera y seguimos camino adelante, este es de tierra y a los lados hay montones de piedras de yeso.

Miramos con la brújula y nos parece que lleva la dirección que teníamos prevista.

Paramos en una cabaña de piedras de yeso que está hundida. Nos comemos otro bollo y miramos la Sierra de la parte de la Rioja. Se ven un montón de pueblos pero muy lejos. Mirando hacia la derecha creemos ver Logroño y tomamos un pinar lejano de referencia,  según nos marca  la brújula.  Tras este  pequeño resuello, reanudamos la marcha.

Cruzamos un camino de cascajo. Nos damos cuenta de que Codés (el Yoar) se nos queda a la espalda.

Dominamos la loma y salimos a un corral hundido y cerca de un depósito de agua (que es el que utilizan los Sesmeros para el riego de los invernaderos).

Trigo a través” y en cuesta abajo, para coger un camino que nos parece el bueno. Nos planteamos cual seguir porque aquí todo es nuevo para nosotros y no tenemos referencias (solo la brújula). Cruzamos un camino.

Nos damos cuenta que detrás nuestra viene uno andando, que va “como una moto” y nos alcanza bastante rápido. Resulta ser Félix Sanz, uno de Estella que estuvo conmigo en la “mili”, en Madrid. Nos saludamos efusivamente ya que no nos veíamos desde entonces ¡y qué casualidad…! encontrarnos aquí en pleno campo. Nos dice que va a Mendavia y que viene de Estella.

Nos cuenta que su mujer es de Mendavia y que los fines de semana ella va con las hijas en el coche, por la carretera y él hace el recorrido andando, alternando los caminos que él ya conoce, pues lleva haciendo “Estella-Mendavia” varios años.

Pues bien, el amigo Félix nos va a llevar como cohetes hasta Mendavia, se disiparon nuestras dudas.

Cruzamos otro camino.

Seguimos de referencia una cabaña blanca que se ve a lo lejos. En un camino de “aguallevados”, nos sale un camino por la derecha que dejamos; son las doce y cuarto (12:15) horas y diecisiete kilómetros (17).

Llegamos a la cabaña blanca, que es un almacén para guardar maquinaria agrícola y tiene un estanque.

Dieciocho con setenta y ocho kilómetros (18’78), vemos Mendavia. Dejamos el camino por el que vamos y cogemos el viejo, es más recto.

Veinte con diez kilómetros (20’10), trece (13:00 h.) Llegamos a las eras y entramos en el pueblo, la calle se llama Avenida de Estella. ¿Por qué será?

Veintiuno con  seis kilómetros (21’6), trece diez (13:10) horas. Entramos en el bar Las Vegas y tomamos un vino, ¡de Rioja, claro…! (la ocasión lo merecía)  y un pincho de pimiento verde frito con dos anchoillas; ¡nos sabe a teta!. Nos quedamos con las ganas y repetimos la ronda.

Compro patatas fritas para los chicos y para Isabel unos chiclés. 

El Txuri, se ha meado en el bar, de miedo que tenía. Es la primera vez que entra en un local distinto a la cabaña.

Salimos de Mendavia por donde hemos llegado. Veintidós con treinta y siete kilómetros (22’37) son las trece treinta (13:30) horas. La referencia de los pinos que habíamos tomado antes de aparecer Félix, es buena, quedan un poco a la derecha del pueblo.

Volvemos a la casa blanca, la de almacén agrícola. El camino se parte y hay un letrero de chapa como forjada y pone: CAMYNO ALLO - CAMYNO SESMA.

Y yo me vuelvo a preguntar: ¿Por qué pone esto aquí en mitad de la nada? Además es un indicador muy rústico, demasiado rústico, lo que denota que lo ha hecho alguien de poco oficio en herrería; después lo ha escrito con mayúsculas, para darle más importancia y ha puesto “Y” en lugar de “I”. Esto me hace pensar que no es un indicador oficial, pero que tenía un gran valor en su tiempo. Cholín no estaba desencaminado cuando hablaba de la importancia del Camino de Mendavia.  

 

Paramos a comer en el estanque, son las catorce y diez (14:10) horas y llevamos veinticuatro con noventa y un kilómetro (24’91).

Hacemos fuego para preparar el menú y mientras comemos comentamos la viña tan grande que han puesto aquí. ¡Es inmensa!.

Está toda emparrada y con sistema de riego por goteo, de ahí la presencia del estanque, donde bombean agua del Ebro. Además, de una cascajera que hemos visto al volver del pueblo, han cogido cascajo y lo han echado por toda la viña, ¡menudo trabajo!.

Cuando hemos pasado antes, Félix, nos ha dicho que todo esto era del “Conde de Caral”; suponemos que de aquí es de donde hacen el Champán de Mendavia.

Catorce cuarenta y cinco (14:45) horas. Salimos después del postre.

Veintiocho con setenta y cinco kilómetros (28’75), parada y mandarina. Vamos a subir el "puerto".

Dejamos el camino y otra vez “trigo a través”, buscando el camino viejo junto al corral hundido. Visitamos "nuestro castillo", casi arriba de la loma y hacemos unos comentarios sobre la construcción, es de yesos y ladrillos modernos. Coronamos y miramos para atrás.

Como ya conocemos el camino vamos recortando. Hay malos cereales por esta zona, debe de ser por que es tierra de yesos.

Treinta y uno con sesenta y cinco kilómetros (31’65), dieciséis con veinte (16:20) horas, cruzamos la carretera.

Aprovechamos el camino comarcal para verificar el podómetro; seguimos con el mismo ritmo.

Treinta y cinco con treinta y cinco kilómetros (35’35), diecisiete con veinticinco (17:25) horas, terminamos Larrá y vemos Allo.

Vamos a seguir el camino en vez de tratar de salir a la carretera, Cholín dice que los de Mendavia salían donde el Cementerio y como ya conocemos los caminos de casa, vamos a salir lo más derechos al pueblo.

Comenzamos por el camino que hemos subido. Dejamos un camino a la izquierda, tiene pinta de ir a parar a Arellano.

Vamos deduciendo que vamos por el camino de los Carboneros. Dejamos a la izquierda otro camino que comienza aquí. Sale un camino por la derecha y comienza a tener grava el nuestro. Cogemos a la izquierda pasando una puentecilla. Cogemos a la derecha.

Salimos a la carretera, treinta y nueve con nueve kilómetros (39’09) y son las dieciocho con quince (18:15) horas.

No hemos tenido suerte, los caminos de la concentración parcelaria de Dicastillo nos han despistado, en alguno de los últimos cruces teníamos que coger al revés; esto conocemos un poco por haber estado varias veces en las excavaciones arqueológicas de Arellano que le llaman las Musas, pero nos parecía alejarnos demasiado de la ruta vista en el mapa; ¡en fin!, para otra ocasión.

Paramos a tomar el último refrigerio y llegamos la conclusión de que el camino que decíamos al principio que era malo (cerca de aquí) y que hemos cogido “campo a través en la señal de caza”, resulta ser el bueno, es por el que hemos bajado, es el de los Carboneros, que atraviesa la carretera y continua por el termino del Monte de Allo.

Cholín se cambia de calcetines.

De nuevo en la carretera, vamos a volver a comprobar el contador. Dejamos a la derecha el Camino de los Carboneros. Vamos geniales de ritmo, como al principio.

A falta de dos kilómetros (2) nos encontramos con mi tío Jaime, Manolo, Mª José y la hija. Paran el coche y nos saludamos, vuelven de Allo a Lodosa. En el regadío de Aurelio nos pasa el resto de la familia en el otro coche.

Cuarenta y cuatro con sesenta kilómetros (44’60) son las diecinueve con treinta y cinco (19:35) horas. Llegamos a casa de CholínEste sitio se actualizó por última vez el 21 de febrero de 2012